martes, 25 de agosto de 2015

Amanece en Cartagena: días de cetáceos, barcos y atardeceres.


Desde aquel verano que aterricé en Cabo de Palos, sus rincones no han dejado de sorprenderme. Cuando descubrí las playas de Calblanque y posteriormente todo el Parque Regional, que incluye la Peña del Águila y el Monte de las Cenizas, me enamoré definitivamente de esta rica tierra.

He tenido el privilegio de recorrer el perfil de su costa por mar y por tierra. Curiosamente primero siendo testigo desde el mar de uno los grandes secretos que esconden sus aguas:  los majestuosos y bellos cetáceos.  

Así comencé embarcando en dos goletas de 20 metros de eslora, que se dedican al estudio y avistamiento de cetáceos: "El Else" de ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste) y con "El Karyam" perteneciente a Cetáceos y Navegación. Estos viajes han sido de los más placenteros y mágicos que he realizado hasta el momento y a los que me aficioné tras colaborar como voluntaria con la SECAC (Sociedad Española de Cetáceos del Archipiélago Canario) durante el Proyecto Life  2005, que tuvo por objeto estudiar a la Tortuga Boba (Caretta caretta) y al Delfín Mular (Tursiops truncatus). Desde entonces nunca más pude visitar un zoo que trate a estos colosales del mar, como marionetas.

Recuerdo una tarde en la que "El Else" atracado en el Puerto de Cabo de Palos, llevaba izada la bandera del Proyecto Life, y se disponía a realizar un pase de diapositivas en el muelle, para concienciar a grandes y pequeños de la riqueza marina que guarda nuestro Mar Mediterráneo. No he podido olvidar la cara de sorpresa de todos aquellos que descubrieron que bajo sus aguas, habitaban mamíferos marinos como delfines, calderones, rorcuales e incluso cachalotes. Seguro que todos hemos pensado alguna vez que los cetáceos son seres de otros océanos,  no llegando nunca a imaginar que en sus rutas migratorias también atraviesan el "mare nostrum".












Texto y fotos: Yolanda López.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Mar Menor en azul, plata y rojo: ¿cual prefieres?

Mar Menor en azul, plata y rojo: ¿cual prefieres?


Por suerte aún quedan rincones con especial encanto en el Mar Menor. Un lugar único e irrepetible, con un micro clima maravilloso y bellos paisajes, siempre y cuando no desviemos la mirada hacia la mole de edificios que plagan la lengua de la manga. Aún así desde el amanecer hasta el atardecer la luz que nos acompaña es mágica.

La gama de colores es espectacular. Desde el maravilloso azul, pasando por el brillante plata, hasta el soberbio rojo de la puesta de sol, merecen la pena ser recorridos para apreciar la belleza de cada uno de ellos. Me gustaría decir que no tengo preferido, sin embargo como tengo una especial debilidad por el crepúsculo, apostaré por el rojo.

Este es un paseo que se puede recorrer a pie o en bicicleta, desde las"Salinas de Marchamalo", hasta más allá de Mar de Cristal y Playa Paraíso. 

El observatorio de las "Salinas de Marchamalo" es una parada obligada para observar la diversidad de aves que paran en sus aguas, entre las que se encuentran los elegantes flamencos y muchas otras. Lugar declarado LIC (Lugar de Interés Comunitario) y zona ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves). 

Si tomáramos como ejemplo otros lugares de Europa donde se han recuperado espacios salineros, podríamos redescubrir la maravillosa diversidad de que esconden estos parajes. Si continúan en el lamentable estado actual podrían desaparecer, ya que necesitan la entrada de agua del mar para que no se sequen, la retirada de la sal y algunos cuidados más, que han dejado de realizarse por sus propietarios desde hace muchos años.

Hoy mi mirada se ha enfocado hacia este hermoso mar interior.









































martes, 4 de agosto de 2015

Cabo de Palos: El puerto de mis amores

Cabo de Palos: El puerto de mis amores.

Recuerdo el primer día que visité Cabo de Palos hace ya más de quince años, durante unas vacaciones de verano. Fue el lugar elegido como punto de encuentro, a mitad de camino entre Moraira, donde me encontraba y Mojacar, donde se encontraban unos familiares. Y la verdad sea dicha, no le vi ningún encanto.

Un tiempo después, por circunstancias de la vida, terminé comprando una casa en Cala Reona, de eso han transcurrido más de diez años. Ahora se ha convertido en uno de mis lugares preferidos para hacer escapadas de descanso y relax.

Su pequeño puerto, refugiado de los vientos y temporales, tiene una luz mágica, sobre todo al atardecer. Solo algunos veleros pueden atracar en él, menos aún si hay mala mar, ya que tiene poco fondo y el calado de los barcos puede rozar en él.

Sigue siendo un puerto pesquero y mantiene el encanto de los puertos marineros del mediterráneo, y junto con el de Cartagena, son dos de mis preferidos, a los que con el tiempo he tomado un cariño muy especial, y a los que me gusta regresar cada año.